Thursday, September 22, 2016

CONSIDERANDO LA CUMBRE

Dime cuál es tu dolor y te diré cuál es tu esperanza
Son la misma cosa
Deshazte de ambas


Solo nos pertenece el tiempo, es lo único que nos hace libres
Pero no sabemos qué hacer con el tiempo, y eso nos esclaviza.
Curiosa paradoja.

Crecemos o menguamos, no está en nuestra naturaleza mantenerse estables.

Como norma general hay que aceptar la ley del cuerpo y, a la vez,  despreciar su tiranía. El alma no debe someterse nunca a la vejez del cuerpo que habita. Antes de eso debe matarlo y volar, y…a ver dónde va…

La belleza siempre tiene su recompensa.

Desconfía de la propia confianza.

Buscaba el sentido a la vida mientras fumaba un cigarrillo tras otro.

La causa de que todo vaya tan mal y de que no haya solución es esa fortaleza del ser humano de aguantarlo todo, esa persistencia animal por subsistir. En esa dura resistencia optamos por mantener la vida a costa de nuestros ideales. Y es tal la voracidad de la vida que al final nos olvidamos de lo que creíamos hasta renegar por completo de ellos. No somos más que animales. De nada vale que solo haya un Sócrates.

Solo la sencillez me conmueve, y sólo, a quien la viste, envidio. Los hábitos hablan por nosotros.

La mayor razón para ser optimista es que todo, siempre, cambia.

La vida fue injusta con Sócrates, Jesucristo, Cervantes, Lorca, y generosa con tanto mentecato. ¿Por qué no me puedo permitir despreciarla? Lo digo bien alto: vida, te desprecio. Lo que más me duele es que todos ellos te amaban, y confiaban en ti. Al final solo Céline va a tener razón, y Shakespeare, cuando dice en Macbeth que la Fortuna es una prostituta.


Friday, February 26, 2016


Algunas Perlitas

Sus sueños,  que todavía perduran en ella la adornan; es confiada, serena, está emparentada con criaturas de cuello largo, con rumiantes, santos abandonados

En la barbilla tenía un hoyuelo claro y redondo como una perdigonada. Una señal de inteligencia, de desnudez, que ella lucía como una joya.

La vida desprecia el conocimiento…Pasión, energía, mentiras: eso es lo que la vida admira…Vivimos dentro de la atención ajena. Nos volvemos hacia ella como flores hacia el sol.
No hay una vida completa. Hay solo fragmentos. Hemos nacido para no tener nada, para que todo se nos escurra entre los dedos…Hay que ser irreflexivo como una tortuga. Hay que ser resuelto, ciego. Porque cualquier cosa que hagamos, incluso que no hagamos, nos impide hacer la cosa opuesta. Los actos demuelen sus alternativas, he aquí la paradoja. La vida, por tanto consiste en elecciones, cada cual definitiva e intranscendente, como tirar piedras al mar.

Tú has oído hablar de narradores ciegos. Los mitos nacen en la oscuridad.

Era aquella angustia, aquella conformidad lo que forjaba su gracia.

La mejor educación consiste en conocer un solo libro.

Era su silencio, su sumisión, lo que a él lo abrumaba.

Había en él la santidad de un hombre que nunca se miraba al espejo, que tenía pensamientos deslumbrantes pero analfabetos, y sueños inmensos.

Como los que lo han dado todo de sí mismos sucumbirían a esa apatía que solo produce la culminación de una empresa.

Se movía sin prisa, como un hombre que pone una mesa plato por plato.

La seguridad que llevaba dentro como un tumor.

¿Sabes lo que es ser realmente íntimos, sentirse a salvo con alguien que nunca te traicionará, nunca te obligará a actuar distinto de como eres? Nosotros éramos así.

Estaba tan vacío como quien ha cometido un crimen pasional.

Poseía la resignación de quien ha pasado muchos apuros, la calma de un adicto

La desesperación de algunas personas es tal que, incluso cuando están inactivas, cuando duermen, comprendemos que su vida se está consumiendo…Cada hora es una especie de degradación.

Para hablar con quien estamos predestinados a hablar no tenemos que preparar nada, las frases están listas, todo está a punto.

Comía con la cara cerca del plato, como un hombre en un comedor de beneficencia.

Parecía un maravilloso vagabundo, un fracaso sagrado.


Lo asaltó ese momento de pavor inconfesable  en que uno comprende que su vida no es nada.

Tenía la confianza, los labios agrietados de quien ha determinado vivir sin dinero. Era un hombre que fracasaría en cualquier entrevista.

Los sucesos requieren una invitación, las disoluciones necesitan un comienzo.

Cuánto más intensamente necesitas saber, más difícil es preguntar.

Era un maestro excepcional, sabía instintivamente donde estaba la dificultad como un curandero.

Su secreto consistía en no tener remordimientos, en no compadecerse de sí misma.

La libertad de la que hablaba era la conquista de una misma. No era un estado natural. Estaba destinado solamente a quienes lo arriesgaran todo por conseguirla, a quienes eran conscientes de que sin ella la vida consistía únicamente de apetitos, hasta que te quedabas sin dientes.

Era exacto y seguro como un hombre que conoce horarios ferroviarios.

Aparentaba la edad de alguien a quien se admira pero no se ama.

Siempre nos salva un accidente. Una persona a quien jamás hemos visto.

Nos protegemos como si eso fuera importante, y siempre lo hacemos a expensas de otros. Nos acaparamos. Triunfamos si ellos fracasan, somos sabios si ellos son necios, y seguimos adelante, aferrados, hasta que no queda nadie, hasta que no nos queda más compañía que Dios. En quien no creemos. De quien sabemos que no existe.


Había perdido por completo el conocimiento que antiguamente pensaba que habría de conservar siempre: el gusto, la exaltación de los días que el amor volvía luminosos; con eso lo tenías todo.