Algunas Perlitas
Sus sueños, que todavía perduran en ella la adornan; es confiada, serena, está emparentada con criaturas de cuello largo, con rumiantes, santos abandonados
En la barbilla tenía un hoyuelo claro y redondo como una
perdigonada. Una señal de inteligencia, de desnudez, que ella lucía como una
joya.
La vida desprecia el conocimiento…Pasión, energía, mentiras:
eso es lo que la vida admira…Vivimos dentro de la atención ajena. Nos volvemos
hacia ella como flores hacia el sol.
No hay una vida completa. Hay solo fragmentos. Hemos nacido
para no tener nada, para que todo se nos escurra entre los dedos…Hay que ser
irreflexivo como una tortuga. Hay que ser resuelto, ciego. Porque cualquier
cosa que hagamos, incluso que no hagamos, nos impide hacer la cosa opuesta. Los
actos demuelen sus alternativas, he aquí la paradoja. La vida, por tanto
consiste en elecciones, cada cual definitiva e intranscendente, como tirar
piedras al mar.
Tú has oído hablar de narradores ciegos. Los mitos nacen en
la oscuridad.
Era aquella angustia, aquella conformidad lo que forjaba su
gracia.
La mejor educación consiste en conocer un solo libro.
Era su silencio, su sumisión, lo que a él lo abrumaba.
Había en él la santidad de un hombre que nunca se miraba al
espejo, que tenía pensamientos deslumbrantes pero analfabetos, y sueños
inmensos.
Como los que lo han dado todo de sí mismos sucumbirían a esa
apatía que solo produce la culminación de una empresa.
Se movía sin prisa, como un hombre que pone una mesa plato
por plato.
La seguridad que llevaba dentro como un tumor.
¿Sabes lo que es ser realmente íntimos, sentirse a salvo con
alguien que nunca te traicionará, nunca te obligará a actuar distinto de como
eres? Nosotros éramos así.
Estaba tan vacío como quien ha cometido un crimen pasional.
Poseía la resignación de quien ha pasado muchos apuros, la
calma de un adicto
La desesperación de algunas personas es tal que, incluso
cuando están inactivas, cuando duermen, comprendemos que su vida se está
consumiendo…Cada hora es una especie de degradación.
Para hablar con quien estamos predestinados a hablar no tenemos
que preparar nada, las frases están listas, todo está a punto.
Comía con la cara cerca del plato, como un hombre en un
comedor de beneficencia.
Parecía un maravilloso vagabundo, un fracaso sagrado.
Lo asaltó ese momento de pavor inconfesable en que uno comprende que su vida no es nada.
Tenía la confianza, los labios agrietados de quien ha
determinado vivir sin dinero. Era un hombre que fracasaría en cualquier
entrevista.
Los sucesos requieren una invitación, las disoluciones
necesitan un comienzo.
Cuánto más intensamente necesitas saber, más difícil es
preguntar.
Era un maestro excepcional, sabía instintivamente donde
estaba la dificultad como un curandero.
Su secreto consistía en no tener remordimientos, en no
compadecerse de sí misma.
La libertad de la que hablaba era la conquista de una misma.
No era un estado natural. Estaba destinado solamente a quienes lo arriesgaran
todo por conseguirla, a quienes eran conscientes de que sin ella la vida
consistía únicamente de apetitos, hasta que te quedabas sin dientes.
Era exacto y seguro como un hombre que conoce horarios
ferroviarios.
Aparentaba la edad de alguien a quien se admira pero no se
ama.
Siempre nos salva un accidente. Una persona a quien jamás
hemos visto.
Nos protegemos como si eso fuera importante, y siempre lo
hacemos a expensas de otros. Nos acaparamos. Triunfamos si ellos fracasan,
somos sabios si ellos son necios, y seguimos adelante, aferrados, hasta que no
queda nadie, hasta que no nos queda más compañía que Dios. En quien no creemos.
De quien sabemos que no existe.
Había perdido por completo el conocimiento que antiguamente
pensaba que habría de conservar siempre: el gusto, la exaltación de los días
que el amor volvía luminosos; con eso lo tenías todo.